HACE 2000 AÑOS

La experiencia de visitar L'Almoina de Valencia por una persona con discapacidad física

Bajo del autobús en la parada de las torres de Serrano y me dirijo hacia la Plaza de la Virgen por un paseo peatonal que sólo tiene como obstáculos para la silla de ruedas las sillas y mesas de los locales de hostelería y las oleadas de turistas que vienen a visitar la ciudad.

Dejo atrás el Palau de Les Corts y llego a la calle Almudin, la única abierta al tráfico rodado hasta salir del casco histórico aunque tampoco está permitido el paso de autobuses. Siempre hacia la izquierda, llego hasta otro paseo peatonal con dos grandes macetas con sus palmeras en medio que apenas dejan paso a la silla de ruedas, después una plaza con el Arzobispado de Valencia enfrente y, bordeando el edificio de la Universidad Católica estoy ya próximo al centro que voy a visitar. Un par de músicos en la esquina, violín y violonchelo, interpretan el Bolero de Ravel una y otra vez, un enjambre de niños sale corriendo de la Basílica de la Virgen, la puerta románica de la catedral de Valencia está cerrada.

Subo una rampa ancha y llana hasta la pequeña explanada que une las dos puertas del Centre Arqueològic de l’Almoina y entro por la puerta que hay bajo el rótulo pintado en los espesos cristales de la pared. Una vez dentro tengo delante el mostrador de recepción, a la izquierda una vitrina libros sobre la excavación y a la derecha una entrada con precinto hacía una sala más grande. La señorita de recepción me quita el precinto y me invita a entrar en esta sala, donde hay, primero, un cartel explicativo de lo que se ha encontrado y otra vitrina ahora con cerámicas antiguas. Más adelante, en una sala más grande, hay algunos asientos y una gran pantalla a la izquierda en la que se emite constantemente un documental sobre la excavación y la historia de la capital. Finalmente, una barandilla sirve de límite a esta sala y desde allí se puede ver la excavación.

El personal de recepción me indica que para ver todo el recinto debo entrar por la otra puerta y bajar en el ascensor. Me acompaña y veo que la caja es muy pequeña: mi silla de ruedas es mecánica y tiene los reposapiés por delante y los antivuelco por detrás y no cabe en la caja. Debo esconder los reposapiés debajo del asiento para poder continuar el viaje.

El centro arqueológico es un gran espacio subterráneo en el que se puede contemplar la parte más monumental de la ciudad romana, visigoda y árabe: termas, horreum, baptisterio, foro, necrópolis, basílica, calles y Alcázar, entre otros edificios. Junto a cada uno de estos está su reconstrucción, con audiovisuales y maquetas.  La visita a l’Almoina es un extraordinario recorrido, por auténtico, de la historia urbana de Valencia desde su fundación hasta la época medieval y es considerado uno de los mejores centros arqueológicos de Europa.

El itinerario de la visita se hace por pasarelas que en la mayor parte del recorrido siguen el trazado de las calles y pórticos de la ciudad romana.

Finalizada la visita, debo hacer todo el recorrido a la inversa y subo con el ascensor, bajo la rampa, encuentro otro colegio que viene de visita, ellos y ellas con el mismo chándal, los músicos siguen interpretando el bolero y, tras  pasar las palmeras, me detengo en la cafetería de la esquina a pensar es lo que he visto: el centro arqueológico es como un museo sin cuadros ni esculturas, sólo he visto piedras, muchas piedras... y un par de esqueletos.

Juan J. Moreno