El equipamiento ofrece visitas y talleres a las usuarias de Diàlegs de la Dona y de la Fundación Surt
El Palau Güell recibe visitantes de todo el mundo,
en concreto más de 200.000 cada año, de los que tan sólo un 7% son de Cataluña.
Esto pone de manifiesto que el edificio todavía es un gran desconocido para la
ciudadanía local. Una de las singularidades de este bien inscrito en la lista
del Patrimonio Mundial por la UNESCO es su ubicación en el corazón del Raval,
el barrio que tiene más equipamientos culturales de Barcelona —más de 300— y, al mismo tiempo, un tejido social más
complejo, ya que casi el 50 % del vecindario proviene de países como Pakistán,
Filipinas, Bangladesh. Muchas de las familias que habitan tienen una alta tasa
de desempleo y se encuentran en riesgo de exclusión social. Por este motivo,
desde que en 2013 se puso en marcha el servicio educativo, el Palau Güell tuvo
claro que debía crear vínculos con los vecinos y, en especial, con las personas
en una situación vulnerable. Con este fin, desde hace tres años colabora con
Diàlegs de la Dona, entidad que ayuda a las mujeres recién llegadas para que
aprendan catalán y castellano. Desde el 2018 se ha sumado el área de
empoderamiento económico de la Fundación Surt, que trabaja con mujeres
inmigrantes mediante el proceso de reagrupamiento familiar.
A
medida que nos hemos ido relacionando con el vecindario, hemos comprobado que
las barreras no son solo económicas —ya que cuando la entrada es gratuita (el
primer domingo de mes, por ejemplo) tampoco vienen a visitarlo—, sino también de
falta de tiempo libre —según las entidades con las que tenemos contacto, los
padres y las madres hacen largas jornadas tanto laborales como en el hogar, y
en el caso de las mujeres las tareas domésticas recaen en ellas y las hacen sin
el apoyo de los familiares, que están lejos. Esto les impide disfrutar de una
mañana de ocio, sobre todo durante el fin de semana, el momento más habitual
para muchas familias. Por otra parte, las barreras son también culturales, ya
que a menudo no saben exactamente qué es este edificio y qué encontrarán
dentro. Por lo tanto, el Palacio Güell no llega a tener un canal de
comunicación directo y fluido con este sector de la población, que sí consigue
colaborando con Diàlegs de la Dona y la Fundación Surt mediante las visitas
educativas gratuitas.
Las usuarias de estas
entidades descubren el inmueble a través de la visita «Explora Gaudí!», que
consiste en encontrar la similitud de las estructuras arquitectónicas con la
naturaleza, lo cual les permite conectar con la construcción: observan los
pilares de la caballeriza, que recuerdan las setas, o la cúpula del salón
central, formada de hexágonos que parecen colmenas de abejas. Todo ello les
hace volar la imaginación.
Como muchas participantes
tienen como referencia la arquitectura islámica, también reconocen enseguida
las influencias mudéjares del Palacio, como el artesonado de la sala de visitas
o la distribución del salón central, el cual está concebido como un patio
árabe.
También tienen peso en la
visita tanto la vida cotidiana de la familia Güell y del servicio, como los
símbolos que hay en el edificio, que nos explican cómo era y cómo es la
sociedad catalana. Un ejemplo es el vitral de la bandera del vestíbulo
superior, que nos sirve de excusa para explicar la tradición de la fiesta de
Sant Jordi.
En caso de que alguna usuaria
acabe de llegar a Cataluña y no entienda ni el castellano ni el catalán,
también es bienvenida a la visita. La solidaridad nace enseguida y alguna
compañera le susurra en su idioma de origen todo lo que la educadora explica.
Además, puede ir descubriendo el edificio a través de los sentidos. Todo ello
demuestra que el Palacio es un edificio inclusivo (a pesar de las barreras
arquitectónicas), porque las características mismas de la vivienda, que
garantizan una experiencia sensorial inolvidable, van más allá de las
limitaciones de los idiomas.
Asimismo, las mujeres que nos
visitan aún mantienen los oficios artesanales, como se puede ver en los trajes
que llevan, con estampados originales y de colores vivos, diseñados por ellas
mismas. Por ello, en el edificio encuentran una fuente de inspiración y un
diálogo imaginario con los colaboradores de Gaudí, que trabajaron oficios como
la madera, la cerámica, la vidriera y la piel, los cuales desgraciadamente
nuestra sociedad hoy en día va perdiendo.
En el caso de la piel, conocen
la técnica del guadamecí y del cordobán, que consiste en trabajar la piel
repujada. Concretamente, el guadamecí lo encontramos en las sillas del comedor,
donde las visitantes pueden acceder de manera excepcional. Una vez terminada la
visita, el contacto que han tenido con el guadamecí y el cordobán les permite
poder hacer un taller en el espacio educativo con la materia prima: la piel. El
taller es posible gracias a la implicación en el proyecto de la artesana de la
piel Sandra Quílez. En este taller las mujeres elaboran un llavero con una
representación floral inspirada en la ornamentación que han visto o un
posavasos hecho de trencadís de
piezas de piel. Es en este momento en que tienen un papel más activo, ya que
las creadoras son ellas.
En resumen, durante la visita han podido
preguntar todo aquello que no entendían y aportar comentarios, han visto un
espacio de manera exclusiva y han elaborado un llavero que se llevan de
recuerdo. Sin duda, todo ello refuerza la autoestima de unas mujeres que viven
la difícil situación que supone llegar a un país que no saben cómo funciona y
donde sus únicos referentes son la unidad familiar, los vecinos y los
trabajadores sociales.
Para terminar, una anécdota:
una mujer que pasaba por delante del Palacio cada día para acompañar a sus
hijos a la escuela, nos dijo que antes de la visita no sabía qué era este
edificio ni qué había dentro, pero le llamaba la atención. Cuando pudo entrar,
ni mucho menos se pensaba que aquella fachada escondería tanto trabajo y tanta
belleza. En cierto modo, se le abrió un mundo, y ahora, cuando pasa por
delante, el Palacio Güell ya no solo es una fachada excepcional, sino también
un edificio vivo en su imaginación.
Anaïs Barnolas Soteras
Responsable servicio educativo y actividades del Palau Güell
www.palauguell.cat
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